viernes, 25 de marzo de 2011

Las Coronas de los Reyes Visigodos


Por su belleza y valor histórico, las coronas visigodas han sido las estrellas de las Exposiciones históricas.

En 1858 fué encontrado el Tesoro de Guarrazar. Este hallazgo se produjo en el yacimiento arqueológico de la llamada huerta de Guarrazar, situada en el pueblo de Guadamur, en Toledo.

El Tesoro de Guarrazar tiene más de 150 años de historia turbulenta y novelesca, con hallazgos, robos, ventas fraudulentas, fundiciones y rescates varios.

El Tesoro de Guarrazar estaba compuesto por al menos 14 coronas reales visigodas, algunas de ellas más pobres y más pequeñas, unas 10 cruces, varias cadenas, láminas de oro con pedrerías, colgantes, y otros fragmentos; había también cinturones, hoy desaparecidos.

Los que encontraron el tesoro, que eran gente común, se hicieron ricos, vendiendo algunas piezas a joyeros de Toledo, otras a un militar francés que las llevó a Francia, y otras piezas las vendieron a la Reina Isabel II de España, que las destinó al Palacio Real.

Entre todas las piezas halladas, las más valiosas eran las coronas votivas de los Reyes Visigodos Recesvinto y Suintila, que fueron a parar a Francia, en el Museo de Cluny en París. El gobierno español pudo recuperar las dos coronas y las depositó en la Armería del Palacio Real de Madrid, pero en el año 1921, en el transcurso de una noche, desapareció la Corona de Suintila y jamás fué recuperada. Ambas coronas son de oro macizo, engastadas con zafiros, perlas y otras piedras preciosas.

Una de las coronas encontradas en Guarrazar pertenecía al 30 Rey Godo Recesvinto, quien reinó entre los años 653 y 672. El material de la corona es de oro macizo, con adornos preciosos.

Estas dos coronas reales, de Recesvinto y Suentila, y las otras coronas menores encontradas, no estaban pensadas para ser llevadas por el soberano, sino que eran coronas votivas, que los reyes visigodos regalaban a las iglesias, y se colgaban desde lo alto en sus techos, para que los fieles pudieran admirarlas; por eso están provistas de cadenas y colgantes.

Entonces, ¿Dónde están actualmente las auténticas Coronas personales de los Reyes Visigodos?

Los cronistas árabes antiguos, como Aben Habib del siglo IX, Aben Khordadhbeh, cortesano del califa Motamid hacia el año 844, y Aben Adhari, del siglo XIII, relataron que en la Casa de los Reyes o Palacio Encantado de Toledo, se hallaban guardadas en un gran arca las auténticas 24 Coronas de los Reyes que habían reinado en España.

Las letras de oro de la Corona de Recesvinto dicen así: "Recesvinthus Rex Offeret" es decir, "Ofrecida por el Rey Recesvinto".

Tal como relatan las crónicas antiguas, el Rey Rodrigo encontró las coronas de los Reyes Visigodos cuando entró en la Casa de los Reyes de Toledo o Casa de Hércules.
Cada una de las coronas era de un precio inestimable, llevaba grabado el nombre del Rey al que había pertenecido, la mención de su edad y la duración de su reinado.

Del mismo modo, las coronas visigodas votivas encontradas en Guarrazar en 1860 llevan en letras de oro el nombre del Rey, en este caso la corona votiva del Rey Recesvinto. El Tesoro de Guarrazar demostró que los cronistas antiguos no mentían, si bien las auténticas coronas reales serán aún de mayor valor y riqueza.

También se encontraban allí, protegidos en un cofre, los 4 Evangelios sobre los cuales juraban los Reyes del Reino Visigodo, en la capital del Reino, Toledo. Según el investigador Alberto Canosa, es muy posible que esos 4 evangelios sean los evangelios originales escritos de puño y letra por los discípulos del Cristo, bajo la inspiración divina.

Todo ello se hallaba en la Casa de los Reyes de Toledo, que comprendía dos edificios magníficos, el Palacio Encantado o Torre de Hércules y la Casa Encerrojada o Cueva de Hércules.

Cuentan las viejas crónicas toledanas que en el año 711, el Rey godo Rodrigo dirigió una incursión profanadora para ver con sus propios ojos qué había en la Cueva de Hércules. Cuando entró, encontró, entre otras cosas increíbles, el arcón con las 24 coronas reales; y un arca con los 4 evangelios. Pero después de que leyó el maleficio, Rodrigo puso fín a su aventura; mandó salir rápidamente a todos sus expedicionarios y cortesanos, y asimismo él también salió, ordenando que se dejase todo tal como estaba.

Estos objetos que encontró el Rey Rodrigo, las 24 coronas visigodas, y los 4 evangelios, desde luego unos auténticos incunables, solo forman una pequeña parte de las muchas sorpresas que guarda la Casa Encerrojada de Toledo, la Cueva de Hércules.

Es por lo aquí relatado, y por muchas razones más que hemos comentado en otras ocasiones, por lo que el tesoro que permanece guardado en la Cueva de Hércules es de un valor incalculable.