En el verano del año 711, el Rey ilegítimo y usurpador, Rodrigo, violó el mandato milenario del Rey hebreo Salomón, y entró en la Torre de Hércules y en la Cueva de Hércules, para lo cual tuvo que romper todos los candados de las Puertas. Logró sus objetivos, ver y averiguar con sus propios ojos qué era cuanto había allí escondido, pero en triste hora entró.
Había en la ciudad milenaria de Toledo dos emplazamientos extraordinarios. Por un lado, La Torre de Salomón, conocida también como Torre de Hércules, también llamada la Torre Encantada, y por otro lado, la Cueva de Salomón, posteriormente denominada de Hércules, o Casa de los Cerrojos.
La Torre de Hércules, por fuera, era de forma circular, y cilíndrica, de una altura considerable, sostenida por las espaldas de 4 leones metálicos, que señalaban los cuatro puntos cardinales. Pero por dentro, la Torre de Hércules, era cuadrada y en su interior había 4 habitaciones cuadradas de diferentes colores, blanca, negra, verde, y rojo sangre.
La Torre era sencillamente una señal para todas las naciones, a modo de Faro, una señal visible para el recuerdo de las generaciones futuras que pudieran dibujar y representar en sus libros o escritos, pues poco a poco van apareciendo estatuas y representaciones de los cuatro leones con la torre a sus espaldas.
Estaba prohibido, incluso para el Rey, penetrar en cualquiera de los dos recintos sagrados. Únicamente el monarca, cuando tomaba posesión de su trono, podía seguir la tradición de añadir un candado más a la Puerta de la Cueva de Hércules, ya que si por el contrario desobedecía las instrucciones originales del Rey Salomón, una maldición terrible caería sobre quien de esa manera imprudente obrase.
Es por ello que hasta un total de 24 candados reales fueron colocados por los 24 monarcas visigodos a la Entrada de la Cueva sagrada que construyó el Rey Salomón. Ningún monarca quiso franquear aquella puerta sagrada, ninguno excepto el último monarca visigodo, el monarca maldito, Don Rodrigo.
El Rey godo Vitiza había subido al trono en el año 702. A la muerte de Witiza, en torno al año 709, todo cambió. La nobleza y los obispos impidieron que el hijo del Rey Witiza, llamado Achila, que por aquél entonces era menor de edad, ocupara el trono. Los poderosos de la Corte descartaron la Corona para el legítimo heredero del trono, que era Achila, el hijo de Witiza, y eligieron en su lugar a Don Rodrigo, un jefe militar afín a sus intereses.
Pero no tardaron mucho los poderosos de la Corte en arrepentirse de su decisión de nombrar como monarca a tan ruin sucesor.
Cuando los obispos, sacerdotes y poderosos del Reino se enteraron de los planes de Rodrigo de violar el recinto sagrado, intentaron disuadir al monarca, ofreciéndole incluso tesoros:
- "Dinos Oh Rey, a cuánto asciende la suma de la moneda y el valor de las joyas que piensas que ese palacio contiene, pide lo que estimes conveniente, y lo recogeremos entre nosotros y te lo entregaremos sin faltar nada, antes de que rompas una costumbre de nuestros reyes, tus predecesores, que se observó aquí como sagrada".
Pero el Rey Rodrigo no hizo caso de sus razones y prosiguió con su empeño de abrir la Puerta. Primero entró el Rey con algunos acompañantes en la Torre de Hércules. Allí estaban las 4 habitaciones de diferentes colores cada una.
Los presentes se llenaron de terror cuando descubrieron una visión impactante: había allí el cuerpo presente de un ser extraordinario, el cuerpo petrificado de un "dios", echado sobre una cama.
Esto les espantó en gran manera, pero el Rey, decidido y obcecado, no desistió de su transgresor empeño, y continuó después abriendo a la fuerza la Puerta de la Entrada de la Cueva de Hércules, y violentando sus reales candados.
"Aunque con temor, entrando dentro algunos animosos hombres que consigo llevaba, habiendo entrado muy buen trecho, se volvieron huyendo muy despavoridos de una espantable visión que habían descubierto. Y el Rey muy enojado, mandó encender de nuevo muchas hachas, con tal artificio, que el aire que salía no las pudiese matar.
Y entrando el Rey en la delantera de todos, no sin poco miedo, reconocieron una cuadra muy hermosa, labrada al parecer de suntuoso edificio".
En la entrada de la Cueva de Hércules, está escrito en letras brillantes de color azul el siguiente texto:
"Cuando Salomón construyó esta Cueva, era la edad de Adán de 3.006 años".
Dato que concuerda exactamente con la coronación del Rey Salomón a los 20 años de edad en Jerusalén, en el año 1.037 a.C. En la Cueva, vió Rodrigo dos estatuas metálicas gigantes en movimiento, de un aspecto como de bronce, que golpeaban cruelmente el suelo con unas mazas de armas.
El Rey, temeroso, comenzó a conjurar la espantable visión, prometiendo que se tornaría a salir sin hacer daño a la cueva, que sólo quería saber lo que allí dentro había. Los golpes de las estatuas cesaron.
El Rey y los suyos algo sosegados, cobrando aliento, anduvieron por aquella cuadra. Y las estatuas tenían unas letras escritas en su pecho que decían: "Mi oficio hago".
Había también una mesa, la Mesa de Salomón, y un papiro antiquísimo que describía la invasión árabe en España. Rodrigo abrió el papiro y leyó su maldición:
"Estos personajes aquí representados (árabes con turbantes) ocuparán este lugar y todo el país".
Entonces comenzaron las estatuas a dar sus acostumbrados golpes. El monarca usurpador dejó todo como estaba y salió aterrorizado del sacro lugar. Antes de partir del enclave sagrado mandó tapar con tierra la Entrada, para que como dicen los escritos:
"Que de un prodigio y mal agüero como éste, no quede memoria alguna en el mundo".
Aquella noche, unos estruendos apocalípticos despertaron al Rey sobresaltadamente, y no entendía por qué de repente se habían iluminado con tal fragor todas las estancias del Castillo (Castillo de San Servando) en mitad de la noche.
El Castillo de San Servando en la década de 1960
Salió el monarca a los patios almenados de la fortaleza, junto con otros miembros de la Corte y centinelas y quedaron espantados de ver las explosiones que sucedían en la Torre sagrada de Toledo.
La Tierra se quedó en sacudida y con temblor en tan largo tiempo, que parecía que la propia fortaleza desde donde contemplaban el trágico acontecimiento, se fuera a venir abajo también en cualquier momento, pues una lluvia de millones de piedras caía sin parar hacia abajo por todos lados, hasta que no quedó nada del Palacio de Salomón.
"De lo cual fueron todos muy espantados, pareciéndoles como un sueño todo cuanto habían visto"...
El Rey Rodrigo, al salir de la Cueva, pudo activar, sin saberlo, algún mecanismo inteligente que pasadas aproximadamente 12 horas, accionaba un sistema diseñado para destruir la Torre de Hércules.
Rodrigo murió seguidamente, a los pocos días, alcanzado por la maldición, en la batalla de Guadalete, y durante 781 años, hasta 1492, los árabes ocuparon la Península Ibérica.
Pasarían 835 años antes de que se entrase la siguiente vez en la Cueva de Hércules, y fué en el año 1546, durante una Expedición que organizó el Cardenal Primado de Toledo, Juan Martínez Silíceo. Ese será el tema de nuestro siguiente capítulo.
La próxima vez que se entre en la Cueva de Hércules vendrán una serie de catástrofes sobre toda la tierra sin precedentes en la historia de la humanidad, y el fin caótico de la religion católica. Parte de la catedral de Toledo se hundirá por la zona del Transparente y de los trabajos artísticos de Narciso Tomé en la Catedral de Toledo.
Con ese fin, Salomon, por orden del Dios de Israel, construyó tan impresionante obra, como señal anticipada del Fin de un sistema de cosas, a escala mundial.
(Este artículo fué escrito originalmente el 4 de Noviembre de 2006)
estimado seño canosa:
ResponderEliminarante nada agradesco en gran manera su enorme aporte para que esto salga a la luz. lamentablemente no soy de recursos para ayudarle en sus magnas obras pero si se decirle que sere un multiplicador de sus relatos al mundo.
un abrazo fraternal desde chile.
saludos